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tisdag 23 oktober 2012


Primera lectura
Guiaré entre consuelos a los ciegos y cojos
Lectura del libro de Jeremías (31, 7-9)

Así dice el Señor:
«Gritad de alegría por Jacob,
regocijaos por el mejor de los pueblos;
proclamad, alabad y decid:
El Señor ha salvado a su pueblo,
al resto de Israel.
Mirad que yo os traeré del país del norte,
os congregaré de los confines de la tierra.
Entre ellos hay ciegos y cojos,
preñadas y paridas:
una gran multitud retorna.
Se marcharon llorando,
los guiaré entre consuelos;
los llevaré a torrentes de agua,
por un camino llano en que no tropezarán.
Seré un padre para Israel,
Efraín será mi primogénito.» 
Palabra de Dios
Salmo responsorial
Sal 125, l-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 (R/.: 3)

R/. El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres.

Cuando el Señor cambió la suerte de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R/.
Hasta los gentiles decían:

«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R/.

Que el Señor cambie nuestra suerte,
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R/.

Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R/.
Segunda lectura

Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec
Lectura de la carta a los Hebreos (5, 1-6)

Hermanos:
Todo sumo sacerdote, escogido entre los hombres, está puesto para representar a los hombres en el culto a Dios: para ofrecer dones y sacrificios por los pecados.
Él puede comprender a los ignorantes y extraviados, ya que él mismo está envuelto en debilidades.
A causa de ellas, tiene que ofrecer sacrificios por sus propios pecados, como por los del pueblo.
Nadie puede arrogarse este honor: Dios es quien llama, como en el caso de Aarón. Tampoco Cristo se confirió a sí mismo la dignidad de sumo sacerdote, sino aquel que le dijo: «Tú eres mí Hijo: yo te he engendrado hoy», o, como dice otro pasaje de la Escritura: «Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.» 
Palabra de Dios
Aleluya
2Tm 1, 10

Nuestro Salvador Jesucristo destruyó la muerte
y sacó a la luz la vida, por medio del Evangelio.
Evangelio

Maestro, haz que pueda ver
+ Lectura del santo evangelio según san Marcos (10, 46-52)

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: — «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: — «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: — «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: — «Animo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: — «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: — «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: — «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. 
Palabra del Señor

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