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onsdag 17 oktober 2012

Carta sobre el Año del a fe




OBISPO ANDERS ARBORELIOS

Sobre el Año de la fe


REGALO DE DIOS Y TAREA NUESTRA 

Cada año es un “año de la fe”. Como cristianos, vivimos en todas partes y siempre de la  fe y en la fe. Cuando el Papa Benedicto XVI proclamó este año de fe a través de su carta “La Puerta de la Fe” fue para recordar y reforzar a todo el pueblo santo de Dios en su fe. Todos necesitamos  ser más conscientes  sobre qué  increíble es el regalo de la fe en el Dios uno y trino y qué grande tarea tenemos para vivir de tal regalo, de modo que podamos compartirla  a las personas de nuestro alrededor.  Debemos alimentar la necesidad y el anhelo de la fe. . Todos debemos de participar  de la mediación de la fe en la Iglesia, y dar  testimonio de esta  a quienes nos encontramos.
El ambiente en que vivimos y el aire que respiramos ya no está  marcado ni  por la fe cristiana ni por ninguna otra fe.  Vivimos en un tiempo y un entorno en el que la fe ha disminuido. El Papa habla de una dictadura del relativismo que hace difícil el creer incluso para muchos cristianos. En Occidente, muchos terminaron en una especie de crisis colectiva de la fe, pero como cada crisis también esta puede conducir a algo nuevo y más profundo: a una renovación y profundización de la fe. Esto es  una de las tareas más importantes de la Iglesia, que compete a  todos los bautizados, para ayudar a las personas en este camino. Necesitamos hacer sentir la  solidaridad y compasión a todos aquellos que pasan en la lucha o en las dificultades de la fe. Justamente esto, puede llegar a ser una posibilidad para ellos que intentan entender lo que la fe cristiana realmente nos quiere dar. La fe es un regalo maravilloso que nos ayuda a buscar a Dios y toda la verdad con sus propios ojos.
El Papa Benedicto XVI ha dicho que " la esencia de la fe es ser amado por Dios". Debemos ayudarnos mutuamente a descubrir esta verdad de la fe y a convertirla en la base y roca de nuestra vida. En toda la enseñanza  y anuncio de fe,  hay que enlazar dicha  fe con la esperanza y el amor. Estas tres,  llamadas virtudes o fuerzas  teologales  constituyen un dinamismo interno,  parte de lo cual hemos recibido en el bautismo y  las cuales  nos unen directamente con Dios. Él nos ama, cree en nosotros y espera en nosotros y nosotros tratamos de responder y recibir esto.  La palabra teologal significa que hay algo que emana de Dios, toma posesión de nosotros y nos guía a El.  Fe, esperanza y amor es la fuerza impulsora de nuestra relación con Dios. Es nuestro instrumento para orar a él y vivir en constante Unión con él.

La fe es por lo tanto un regalo, una fuerza que nos conecta con Dios. Esta actitud de fe lleva siempre al contenido de la fe. La fe nos da el verdadero conocimiento de Dios: quien es El  y lo que hace. El Credo nos da una visión clara, que obliga y lleva cada vez más a una comprensión de Dios y su plan de salvación. Necesitamos una fe meditada para  penetrar más profundamente en ella y asimilarla más y más. Siempre hay algo más y más grande por descubrir en el mundo de Dios. Este tesoro de la fe, por el que la Iglesia vigila, en el que podemos vertírnos libremente y alegrarnos.

La fe es siempre la fe de la Iglesia, donde cada uno se acoge y crece. A través de la fe de la Iglesia que compartimos en fraternidad y sororidad crece la humanidad de diferentes pueblos y razas,  diferentes grupos sociales y opiniones se fusionan entre si. Por medio del intercambio de experiencias y charlas de la fe nos fortalecemos mutuamente. Nos mueve el mismo fervor de ir por el camino de Jesús y tras su seguimiento hacía la santidad. Por medio de la proclamación y la manifestación de la fe, también podemos expresar  cuánto este Dios que sufrió, se hizo hombre en Jesús, muerto y resucitado por nosotros, nos ama. A la luz de  la  fe tenemos otra manera de vivir y mirar la realidad desde una actitud totalmente diferente. La vida no es fácil, pero por la fe llega a ser más profunda y más intensa.
Hay mucho, por lo tanto, para reflexionar  durante el año de la fe,  que empieza el 11 de octubre. En todos los niveles en la Iglesia,  podemos ser enriquecidos por este año. Al mismo tiempo,  podemos  ser también motivados  a ser testigos de la fe en el ambiente social de Suecia, que  empieza a ser más abierto  y receptivo a la fe.  De hecho, la secularización   ha ido muy lejos, pero está empezando a cansarse de tan poco, y hay pequeñas grietas y huecos, donde  la alegría y la sabiduría de la fe pueden filtrarse. Esta oportunidad no debe perderse. 

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