OBISPO ANDERS ARBORELIOS
Sobre el Año de la fe
REGALO DE DIOS Y TAREA NUESTRA
Cada año es un “año de la fe”. Como
cristianos, vivimos en todas partes y siempre de
la fe y en la fe. Cuando el
Papa Benedicto XVI proclamó este año de fe a
través de su carta “La Puerta de la Fe” fue
para recordar y reforzar a todo el pueblo santo de
Dios en su fe. Todos necesitamos ser más
conscientes sobre qué increíble es el regalo de
la fe en el Dios uno y trino y qué grande tarea tenemos para
vivir de tal regalo, de modo que podamos compartirla a las personas
de nuestro alrededor. Debemos alimentar la necesidad y
el anhelo de la fe. . Todos debemos de participar de la
mediación de la fe en la Iglesia, y dar testimonio de
esta a quienes nos encontramos.
El ambiente en que vivimos y el aire que respiramos ya no está
marcado ni por la fe cristiana ni por ninguna otra fe.
Vivimos en un tiempo y un entorno en el que la fe ha disminuido. El Papa
habla de una dictadura del relativismo que hace difícil el creer incluso para
muchos cristianos. En Occidente, muchos terminaron en una especie de crisis
colectiva de la fe, pero como cada crisis también esta puede conducir a algo
nuevo y más profundo: a una renovación y profundización de la fe. Esto es
una de las tareas más importantes de la Iglesia, que compete a
todos los bautizados, para ayudar a las personas en este camino.
Necesitamos hacer sentir la solidaridad y compasión a todos aquellos que
pasan en la lucha o en las dificultades de la fe. Justamente esto, puede llegar
a ser una posibilidad para ellos que intentan entender lo que la fe cristiana
realmente nos quiere dar. La fe es un regalo maravilloso que nos ayuda a buscar
a Dios y toda la verdad con sus propios ojos.
El Papa Benedicto XVI ha dicho que " la esencia de la fe es ser amado por
Dios". Debemos ayudarnos mutuamente a descubrir esta verdad de la fe y a
convertirla en la base y roca de nuestra vida. En toda la enseñanza y
anuncio de fe, hay que enlazar dicha fe con la esperanza y el amor.
Estas tres, llamadas virtudes o fuerzas teologales
constituyen un dinamismo interno, parte de lo cual hemos recibido en el
bautismo y las cuales nos unen directamente con Dios. Él nos ama,
cree en nosotros y espera en nosotros y nosotros tratamos de responder y
recibir esto. La palabra teologal significa que hay algo que emana de
Dios, toma posesión de nosotros y nos guía a El. Fe, esperanza y amor es
la fuerza impulsora de nuestra relación con Dios. Es nuestro instrumento para
orar a él y vivir en constante Unión con él.
La fe es por lo tanto un regalo, una fuerza que nos conecta con Dios. Esta
actitud de fe lleva siempre al contenido de la fe. La fe nos da el verdadero
conocimiento de Dios: quien es El y lo que hace. El Credo nos da una
visión clara, que obliga y lleva cada vez más a una comprensión de Dios y su
plan de salvación. Necesitamos una fe meditada para penetrar
más profundamente en ella y asimilarla más y más. Siempre hay algo más
y más grande por descubrir en el mundo de Dios. Este tesoro de la fe, por el
que la Iglesia vigila, en el que podemos vertírnos libremente y
alegrarnos.
La fe es siempre la fe de la Iglesia, donde cada
uno se acoge y crece. A través de la fe de la Iglesia que compartimos
en fraternidad y sororidad crece la humanidad de diferentes pueblos y razas, diferentes
grupos sociales y opiniones se fusionan entre si. Por medio del
intercambio de experiencias y charlas de la fe nos fortalecemos mutuamente. Nos
mueve el mismo fervor de ir por el camino de Jesús y tras su seguimiento hacía
la santidad. Por medio de la proclamación y la manifestación de la fe, también
podemos expresar cuánto este Dios que sufrió, se hizo hombre en
Jesús, muerto y resucitado por nosotros, nos ama. A la luz de la fe
tenemos otra manera de vivir y mirar la realidad desde una actitud totalmente
diferente. La vida no es fácil, pero por la fe llega a ser más profunda y más
intensa.
Hay mucho, por lo tanto, para reflexionar durante el año de la
fe, que empieza el 11 de octubre. En todos los niveles en la
Iglesia, podemos ser enriquecidos por este año. Al mismo tiempo, podemos ser
también motivados a ser testigos de la fe en el ambiente social de
Suecia, que empieza a ser más abierto y receptivo a la
fe. De hecho, la secularización ha ido muy lejos,
pero está empezando a cansarse de tan poco, y hay pequeñas
grietas y huecos, donde la alegría y la sabiduría de la fe pueden
filtrarse. Esta oportunidad no debe perderse.
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