Lectura del libro de la Sabiduría 7,7-11.
Supliqué y se me concedió la prudencia,
invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos,
y en su comparación tuve en nada la riqueza.
No le equiparé la piedra más preciosa,
porque todo el oro a su lado es un poco de arena,
y junto a ella la plata vale lo que el barro.
La preferí a la salud y a la belleza,
me propuse tenerla por luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Todos los bienes juntos me vinieron con ella,
había en sus manos riquezas incontables Palabra de Dios
invoqué y vino a mí un espíritu de sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos,
y en su comparación tuve en nada la riqueza.
No le equiparé la piedra más preciosa,
porque todo el oro a su lado es un poco de arena,
y junto a ella la plata vale lo que el barro.
La preferí a la salud y a la belleza,
me propuse tenerla por luz,
porque su resplandor no tiene ocaso.
Todos los bienes juntos me vinieron con ella,
había en sus manos riquezas incontables Palabra de Dios
R/. Sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
y toda nuestra vida será alegría y júbilo.
Enséñanos a calcular nuestros años,
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
para que adquiramos un corazón sensato.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
Ten compasión de tus siervos.
Por la mañana sácianos de tu misericordia,
y toda nuestra vida será alegría y júbilo;
danos alegría por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
y toda nuestra vida será alegría y júbilo;
danos alegría por los días en que nos afligiste,
por los años en que sufrimos desdichas.
Que tus siervos vean tu acción
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
y sus hijos tu gloria.
Baje a nosotros la bondad del Señor
Lectura de la carta a los Hebreos 4,12-13.
Palabra de Dios.
Lectura del santo Evangelio según San Marcos 10,17-30.
En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se
le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré
para heredar la vida eterna?
Jesús le contestó: ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie
bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu
padre y a tu madre.
El replicó: Maestro,
todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo Una
cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres -así
tendrás un tesoro en el cielo-, y luego sígueme. A estas
palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
-¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el
Reino de Dios!
Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió:
-Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de
Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello
pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios. Ellos
se espantaron y comentaban: Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
-Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios
lo puede todo.
[Pedro se puso a decirle:
-Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te
hemos seguido.
Jesús dijo: Os aseguro, que quien deje casa, o hermanos o
hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio,
recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más --casas y hermanos y hermanas y
madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura vida eterna. palabra de Dios.
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